Hay una sola verdad: La Natividad ganó el 131° Abierto Argentino de Polo HSBC. Le ganó por 13 a 11 a La Dolfina para repetir el título de 2021 y 2023.
Hay una segunda verdad, desprendida de la primera verdad: es el tercer título de La Natividad en Palermo en cuatro finales jugadas.
Hay un tiempo de análisis, y eso es más subjetivo y complejo. Porque llevo más de 25 finales de Palermo vistas, y esta es una de las más difíciles de contar. Se lo juro, amigo lector.
Tengo algo a favor: mi percepción apenas terminó el partido coincidió con la de los jugadores campeones. “Partido raro”, dijeron todos.
Voy a decir el dato CLAVE del partido. Los dos equipos hicieron siete goles de jugada. La Natividad hizo seis de penal y La Dolfina cuatro. La diferencia es que el ganador tiró 15 veces al arco y el perdedor… ¡26!
Sí, leyó bien. De 26 tiros al arco, La Dolfina acertó siete. Algunos pasaron cerca, otros muy cerca, otros más lejos. Pero en 19 ocasiones no entraron en los mimbres.
No recuerdo, amigo lector, un partido así. Estoy hablando de La Dolfina, un equipo de 40 goles. Un equipo formado por cuatro genios. Un equipo multicampeón. Un equipo que el 8 de diciembre de 2024, fue el equipo que más goles erró en una final de Palermo. No tengo pruebas, pero tampoco dudas…
“Había que aguantar en el mal momento. Y llegamos al half-time y vimos que jugando mal estábamos a solo dos goles de diferencia” dijo Facundo Pieres después del podio. Repasemos la progresión: 1-1, 2-5, 3-5, 4-6, 8-6, 11-6, 12-7 y 13-11.
Se fueron al descanso largo 8-6 para La Dolfina. En esos cuatro primeros chukkers, el equipo erró no menos de una docena de chances de gol, la mayoría por Libertador. No eran chances malogradas de forma insólita. Eran remates que pasaban muy cerca, desde lejos, en varias ocasiones. Pero es lo mismo: no eran goles.
En la segunda mitad, La Natividad fue construyendo su victoria. Sin brillar, pero con solidez. Ajustó marcas, y empezó a atacar mejor. Y así, de la nada, sin ser una catarata de polo, metió un 4-0 en el quinto y un parcial de 3-0 en el sexto. Y así pasó de un 4-6 a un 11-6. O al revés: La Dolfina pasó de un 6-4 a un 6-11.
Hubo dos nombres para explicar lo sucedido en esos 14 minutos. El primero, Camilo Castagnola. Enorme con la bocha, enorme como líder. El otro, Facundo Pieres, que con actitud contagió al equipo en esos dos parciales y en lo que siguió.
Precisamente, lo que siguió fue el control del partido de La Natividad. Le alcanzaron esos dos chukkers contundentes y dos más cerebrales. Con eso, sólo con eso, le ganó a un La Dolfina que en la segunda mitad mostró una imagen descolorida y desordenada. Raro en un equipo de Cambiaso.
La Natividad ganó su tercer título. Con un Jeta Castagnola brillante. Y con una fórmula del éxito clave: aguantó cuando estuvo mal y golpeó fuerte cuando estuvo bien.
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